El trabajo remoto sigue consolidándose como una realidad estable del mundo laboral, pero trae consigo un aparente contrasentido: mientras impulsa el compromiso con el trabajo, al mismo tiempo deteriora el bienestar general de las personas. La más reciente lectura global de Gallup evidencia que quienes trabajan completamente a distancia muestran mayor entusiasmo y conexión con su labor y su equipo; sin embargo, reportan más estrés, emociones negativas y una menor probabilidad de “estar prosperando” en su vida en general.

Los datos son elocuentes. A nivel mundial, el 31% de los trabajadores totalmente remotos se declara comprometido, por encima de los híbridos (23%), los presenciales con capacidad remota (23%) y los presenciales sin opción remota (19%). En bienestar, ocurre lo contrario: solo el 36% de los remotos dice estar “prosperando” en su vida, frente al 42% de híbridos y presenciales con opción remota; los presenciales sin opción remota marcan 30%. En emociones diarias, los remotos informan más estrés (45%) que los presenciales (39% y 38%, respectivamente) y niveles similares a los híbridos (46%). Además, el 57% de los trabajadores totalmente remotos está mirando o buscando nuevas oportunidades; esa cifra baja a 47% entre quienes están comprometidos, y a 38% cuando además de comprometidos se sienten prosperando. Estos índices provienen del informe State of the Global Workplace de Gallup.

¿Por qué pasa esto? Tres fuerzas destacan. Primero, la distancia física puede transformarse en distancia mental: menos almuerzos compartidos, menos historias en común y redes de apoyo más débiles incrementan la soledad y emociones como tristeza o enojo. Segundo, la autonomía —tan valorada— también conlleva exigencias: administrar tiempos, coordinarse virtualmente y poner límites personales puede volverse estresante sin reglas claras. Tercero, la fricción tecnológica y el acceso desigual a recursos hacen que ciertas tareas colaborativas se sientan más pesadas y frustrantes cuando todo se realiza en canales digitales.

Para las organizaciones, el mensaje es doble: no se trata de “remoto sí o no”, sino de diseñar el trabajo para maximizar el compromiso sin sacrificar el bienestar. ¿Cómo? Algunas palancas prácticas incluyen: rituales sociales intencionados (reuniones breves de conexión humana, mentorías cruzadas y espacios de aprendizaje entre pares), acuerdos claros de colaboración (horarios de foco, reglas de respuesta y canales por tipo de tarea), liderazgo cercano que observe cargas y señales de desgaste, y soporte tangible (equipamiento, conectividad, ergonomía) que reduzca la fricción diaria. En paralelo, medir ambas dimensiones —engagement y wellbeing— de forma continua permite detectar riesgos de rotación, especialmente en colectivos totalmente remotos.

El futuro del trabajo no es una geografía, es un sistema de experiencias. Cuando las compañías abrazan la flexibilidad, pero también cuidan la salud mental y la pertenencia, la “paradoja” se transforma en una ventaja competitiva: equipos energizados que rinden alto en el corto plazo y personas que quieren permanecer y crecer en el largo.

En HumanNet ayudamos a equipos en Chile a equilibrar productividad y bienestar en esquemas remotos, híbridos o presenciales. Acompañamos el diseño de prácticas, métricas y liderazgos que elevan el compromiso sin descuidar la salud emocional, porque sabemos que los resultados sostenibles nacen de personas que se sienten bien y trabajan mejor.

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